¿Quién no ha oído hablar alguna vez del famosísimo faraón Tutankhamón?
Pues bien, soy estudiante de Historia del Arte y, como tal, el año pasado tuve la oportunidad de hacer un breve trabajo de investigación en la parte que correspondía a Egipto. Fue una experiencia bastante agradable y satisfactoria (aunque jodida para mi rodilla, pues mientras volvía a casa cargada con varios "tochos" de libros y el portátil, resbalé y la hinqué en el suelo; eso sí, menos ella, todo salió ileso xD).
Al decir breve, me refiero a que tuvimos que realizar un "super resumen" para entregarlo y, la mayor parte de la información, quedaría a parte para la exposición que dimos en clase ayudadas por un currado PowerPoint. Pero nuestra tarea fue dura, en el sentido de que dedicamos muchas horas a lo largo de semanas para recopilar información, contando con el fabuloso libro de su descubridor: Howard Carter. Aquí os lo dejo con algunas imágenes.
Un trabajo realizado por: Paola Rizo y Laura Redondo.
El famoso faraón
egipcio Tutankhamón, conocido como el “Faraón-Niño”, conlleva tras de sí una
absoluta incógnita sobre su estirpe, reinado y fallecimiento. Apenas se posee
información sobre lo acontecido, llegando a ser tan significativo el hecho de
que hasta la referencia sobre su origen y muerte sólo puede hacerse mediante
estimaciones; algunas, simplemente de la duración de su corto reinado. Lo que
sí se ha datado con cierta aceptación es que perteneció a la decimoctava
dinastía, durante el Imperio Nuevo, aproximando su periodo de seis – nueve años
de reinado entre los años 1345 a.C. – 1327 a.C, fecha en la que fallece contando unos dieciocho años de edad.
Existen varias
hipótesis sobre su linaje: algunos opinan que es descendiente directo del rey
hereje Akhenatón, cuya madre no sería su esposa Nefertiti, sino otra mujer de
la que se desconoce su identidad. Otros apuntan a que era el yerno del
mencionado rey, ya que el joven Tutankhamón estuvo casado con la tercera hija
de éste, Ankhesenpatón, aunque no se sabe cuándo tuvo lugar el enlace, pero se
especula sobre la posibilidad de que no tuvieran más de diez años de edad. En cualquier
caso, según la ley de sucesión egipcia, al contraer matrimonio con un miembro
de la familia real se obtenía el derecho de posible herencia al trono. Poco
después de la muerte de Akhenatón, la joven pareja accedería al mismo, muy
probablemente regidos por la atención de un poderoso oficial de la Corte de
Tell el Amarna y también Sumo Sacerdote, conocido como Ai, quien sucedería
posteriormente al faraón.
Tutankhamón y Ankhesenamón (Respaldo del Trono Dorado)
No obstante, lo poco
que se conoce sobre él es gracias a los monumentos; pero nada sobre su carácter.
Uno de los sucesos destacables fue el traslado de la capital de nuevo a Tebas,
retomando la antigua religión. Este hecho se ha demostrado por el cambio de su
nombre: de Tutankhatón (“imagen viva de Atón”) a Tutankhamón (“imagen
viva de Amón”).
Varios años de campañas
de excavaciones, con escasos resultados, ocuparon a Howard Carter y a Lord
Carnavon en el conocido Valle de los Reyes. Un lugar enigmático en el que se
enterraron a los grandes faraones de Egipto. En su última campaña, manteniendo
una mínima esperanza por encontrar algo importante, Carter pudo ver cumplida
una ilusión que albergó durante años: encontrar la tumba de un rey. El 4 de noviembre
de 1922 habían descubierto un escalón tallado en la roca y, a la mañana
siguiente, una vez conseguido retirar los montones de escombros, supieron del
valor del acontecimiento. El descubrimiento de la tumba de Tutankhamón, además
de ser una de las historias más fascinantes conocidas, es – al contrario que
las de otros faraones de renombre – la que ha permanecido intacta al saqueo de
los profanadores de tumbas durante más de tres mil años (aunque parece ser que
la entrada sí fue descubierta, años después del enterramiento, por ladrones,
pero sin que se llevaran nada, al menos, de valor) y que ha colmado de un
magnífico tesoro inigualable los museos más famosos.
Dedicaron diversos días para comprobar todos
los objetos que encontraron en la primera cámara, la que acabó por recibir como
nombre “antecámara”. Al disponer linternas en el interior del lugar, se dieron
cuenta de todas aquellas maravillas que habían omitido días anteriores por el
cansancio; pero lo que más les intrigaba era averiguar qué albergaba la puerta
sellada que había entre dos estatuas en el lateral derecho de la habitación. Esperaban
que fuera la cámara funeraria, en la que encontrarían el cuerpo del difunto
faraón, pero temían que hubiera podido ser violada con anterioridad. Como
debían hacer un examen detenido sobre el contenido de la antecámara, decidieron
posponer el derribo de la puerta hasta que hubieran sacado lo que había.
Entonces descubrieron una pequeña brecha en la pared principal que resultó ser
otra cámara, de menor tamaño, que también contenía una gran cantidad de tesoros
indescriptibles. Ésta recibió el nombre de “anexo”.
Maqueta que muestra la disposición de la tumba
Tras ello se
dispusieron a numerar, recoger y analizar los susodichos objetos pertenecientes
a ambas cámaras y, cuando acabaron a mediados de febrero de 1924, se reunieron
todos aquellos miembros de la campaña predispuestos a gozar del privilegio de
ser testigos de aquel acto tan esperado: la apertura de la puerta sellada.
Trabajo que ocupó poco
más de dos horas, cuidando que ninguno de los pedruscos cayeran hacia el
interior de la cámara funeraria porque podrían haber ocasionado un gran
destrozo. Una vez el hueco fue lo suficientemente grande, se toparon con una
inmensa capilla de oro que, efectivamente, contenía los sarcófagos reales. Revisando
el lugar, vieron otra pequeña puerta que daba a una cámara mucho más pequeña
que las anteriores pero que, sin embargo, contenía los mayores y más sagrados
tesoros del faraón, como por ejemplo el templete de los vasos canopes.
Howard Carter y Lord Carnavon, apertura
Resultaron ser cuatro
capillas de oro las que salvaguardaban el sarcófago de piedra, en el cual se
encontraban los féretros encajados unos sobre otros donde, finalmente,
descansaba la momia de Tutankhamón. Sacar y examinar cada féretro fue un
forzoso trabajo que comenzarían ya en el año 1926. El primero de madera dorada,
con forma antropomórfica, consistía en un diseño de plumas (estilo Rishi; algo que ya no existía en el
Imperio Nuevo pero que, al parecer, pretendieron mantener la antigua costumbre
con algunas modificaciones); una vez consiguieron levantarlo mediante uso de
poleas, aparecería un segundo féretro de oro recubierto con una tela y guirnaldas.
Era bastante similar al anterior, pero mucho más delicado en el trato
artesanal, consiguiendo un rango de obra maestra. El tercero, como los
anteriores, también tenía esa forma osiríaca característica pero, sorprendentemente,
era de oro macizo y mostraba el rostro del rey de una forma aún más juvenil.
Posteriormente, consiguieron levantar la última tapa que dejó la momia del
faraón al descubierto, llenando de emoción y desconcierto a sus descubridores
al ver el cuerpo y la máscara de oro bruñido a semejanza del “Faraón-Niño”.
Dicha
máscara, así como la momia, estaba hecha a imagen de Osiris, con expresión
serena. En la barbilla se encuentra la barba ceremonial, labrada en oro y
lapislázuli; sobre la frente las insignias reales, en oro macizo, los emblemas
de los dos reinos sobre los que gobernó (la serpiente Buto y el buitre
Nekhbet); las manos, ya separadas de la máscara, sostenían el báculo y el
flagelo (dos distintivos de Osiris). Algunos
de los amuletos (también entre las vendas de la momia) estaban bastante
deteriorados por el paso del tiempo y los ungüentos que derramaron sobre ellos,
que casi se deshacían cuando los tocaron.
Recopilación de algunos de sus Tesoros
El ajuar funerario
estaría compuesto por unos 3500 objetos diferentes, de valor incalculable:
desde alimentos, vestiduras, mobiliario y cestos, hasta joyas preciosas,
collares, anillos y pectorales, entre otras maravillas. Son elementos de uso
cotidiano que tenían como finalidad facilitar la vida en el “Más Allá”. Se
podrían destacar las maquetas de embarcaciones, vasos para perfumes y cosmética,
el Trono Real – de oro laminado, con imágenes en relieve de la pareja –, así
como también las estatuillas que reciben el nombre de Ushebtis (“los que responden”). Éstas serían interesantes puesto
que se depositaban en la tumba del difunto a modo de servirle de ayuda en la
otra vida, cada una con alguna función. Podían encontrarse entre las vendas de
la momia, en el sarcófago o esparcidos por la tumba. En este caso, además de
que las hay que representan al propio faraón, se encontraron dentro de una caja
en forma de capilla.
Como típica costumbre
del arte egipcio, se desarrollaron una serie de temas pictóricos en las paredes
de la cámara del sarcófago de carácter funerario y religioso. En una de ellas
aparece el rey Ai presidiendo “las honras
fúnebres de su predecesor”.
Pared de la derecha; siento no encontrar una imagen mejor.
En la pared este, una
procesión funeraria en la que trasladan al faraón Tutankhamón a la propia
tumba, dentro de una capilla sobre una barca.
En la pared norte, se
encuentra una de las escenas más características: la apertura de la boca. En
ella se observa al faraón muerto representado como Osiris. En el centro de la
misma fila aparece el rey – con peluca y faldellín – ante la diosa Nut.
En la pared oeste,
aparecen los monos sagrados cinocéfalos, “la
Barca-Kheper-de-Ra y una procesión de deidades llamadas Maat, Nebtuba, Heru,
Kashu y Nehes”.
En la pared sur, donde
se encontraba la puerta sellada, aparece – en su extremo oeste – Tutankhamón
entre Anubis e Isis, tocado con el khat.
Al parecer, estas
pinturas resultan ser una transición entre los estilos de Tebas y Tell
el-Amarna, pero son bastante fascinantes.
A fin de cuentas, éste
descubrimiento que implicó de lleno a Howard Carter y a su compañero y amigo
Lord Carnavon durante años y, pese a la poca información encontrada sobre el
propio Tutankhamón, es uno de los más asombrosos que se han mantenido bajo las
tierras del Valle de los Reyes albergando, incluso, el cuerpo del susodicho
faraón in situ, pudiéndose admirar tales
maravillas en el mismísimo Museo de El Cairo.
Bibliografía
CARTER Howard; La
tumba de Tutankhamon, Barcelona, Ediciones Destino, 1972
FASSONE A., y FERRAIS
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Barcelona, Ed. Novoprint
SEIDEL M., y SCHULZ R.;
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GRANDES CIVILIZACIONES;
Egipto, El Imperio de los Faraones, Madrid, Ed. S.A (Ediciones Rueda),
2002
GUIDOTTI M.C y CORTESE
V.; Atlas ilustrado del Antiguo Egipto, Madrid, Ed. Susaeta, 2002
HAGEN R-M y R.; Arte
egipcio, Madrid, Ed. Taschen
CYRIL A., y otros;
Los faraones, Los tiempos de las pirámides, Madrid, Ed. Aguilar, 1978
Revista
especializada
NATIONAL GEOGRAPHIC, Historia,
nº 87, 2011, pp. 28 – 39
NATIONAL GEOGRAPHIC, Historia,
nº 85, 2011, pp. 28 – 34
MUY HISTORIA, Faraones
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84 – 85
Películas
Scandinature Films,
EGIPTOMANÍA, El fascinante mundo del Antiguo Egipto: El secreto de los
faraones, 1995
Suevia Films, Misterios
de Egipto, Madrid
Vaya curro, además muy bien explicado, bien resumido para no aburrir con larguísimas explicaciones técnicas, vaya, que hasta alguien como yo que no ha estudiado Egipto puede entender y disfrutar el artículo. :)
ResponderEliminarGracias peque! =)
Eliminar:D que chulo ha quedado!!
ResponderEliminarLo guapo sería poder subir el power point xD
EliminarAhora con las dos imágenes que has puesto queda mas chulo, vaya currazo os pegásteis con el trabajito.
ResponderEliminarwuau!!
ResponderEliminarme ha encantado sabes? me gustaria ser egiptologa algun dia y siempre que veo algo sobre los egipcios como que me innotiza.
que nota te pusieron , espero que en sobre.
gracas por tener este blog tan maravilloso que me encanta
adios!!!
Gracias por tus palabras, Valeria. Son siempre un gran apoyo, desde luego. ^^
EliminarA mí la egiptología me fascina...es algo absorbente ^^.
Se trataba de un trabajo que puntuaban con 2,5 y recibimos la máxima puntuación. Realmente lo que os he dejado aquí es una pequeña parte, pues iba con un power point y una exposición que salió bastante bien.
Muchas gracias =) Hasta pronto.