Apolo: Dios de la Luz, la Música y la Poesía

Apolo Citaredo, Museo Nacional
Romano, Palacio Altemps, Roma.

Apolo, también conocido como Febo, es, junto a su hermana gemela Artemisa, hijo de Zeus y Leto. Dios de la luz, la belleza masculina, la música y la poesía, además de considerarse un dios oracular y de la purificación. 

Nació en la Isla de Delos, lugar hacia donde su madre había huido escapando de los celos de Hera. La Diosa había prohibido que se le diera asilo en ningún lugar de la faz de la Tierra y, por lo cual, mientras Leto andaba errante de un lado a otro, acabó finalmente en dicha isla donde daría a luz a sus dos hijos. Se trató de un parto muy doloroso, con unos dolores que duraron nueve días y nueve noches, ya que Hera retuvo a Ilitía, la Diosa de los partos felices, hasta que nacieran en primer lugar Artemisa y, después, Apolo.

Este Dios suele ser representado como un joven imberbe, de hermosos rasgos delicados, casi femeninos, siendo considerado el más bello de los inmortales.

* Atributos:

Se le suele representar montado en un Carro tirado por caballos y coronado con aureola. Además, tiene múltiples atributos como el arco, las flechas y la aljaba, en señal de su historia sobre cómo mató a Pitón con mil flechas. 

Por supuesto se le representa con la lira, como patrón de la música y la poesía y jefe de las musas que es; una corona de laurel, como recompensa por sus méritos artísticos o en relación con su historia con Dafne, de la cual hablaremos más adelante y, también, con un trípode, donde la Pitia pronuncia sus oráculos.

* Vida:

Es protagonista de numerosas historias de amor que, en gran medida, tendrán altas dosis de desamor. Una de las más conocidas es, sin ir más lejos, la que protagoniza con Dafne.

Eros era un Dios bastante malévolo y sus flechas se caracterizaban por provocar enamoramiento o todo el efecto contrario. Tanto es así que, con una flecha de oro, aquella que enciende el amor, hirió a Apolo mientras que a Dafne le envió la de plomo, que hace huir al amor. El Dios perseguiría incansablemente a la muchacha, quien no quería acceder a sus deseos y, una vez sus fuerzas para seguir huyendo se vieron agotadas, rogó a su padre - el Dios-Río Peneo- que la salvara, brotando entonces ramas de sus brazos y raíces de sus pies, viéndose transformada en un laurel.

Por supuesto tendría aventuras con otras mujeres, pero cabe destacar su relación homosexual con el joven Jacinto, un héroe de gran hermosura.

Céfiro, el viento del oeste, también estaba enamorado del joven y, un día que Apolo le estaba enseñando a lanzar el disco, desató un vendaval motivado por los celos, que hizo que se le incrustara éste en el cráneo dándole muerte. 

Su cuerpo caería sobre la tierra y, de su sangre, brotaría una flor a la que se llamó Jacinto. Hay otras versiones, como suele ocurrir y, en algunas como la de Ovidio, las lágrimas del Dios que cayeron en los pétalos de la misma, convertirían dicha flor en una señal de luto.

La muerte de Jacinto, por Jean Broc      //             Jacinto, flor de la constancia.

Otro episodio muy representado es su disputa con el sátiro Marsias. El orgullo de este último como flautista aventajado molestó tanto a Apolo que le desafió a realizar una competición musical entre la flauta y la lira, permitiéndosele al vencedor imponer al perdedor el castigo que quisiera. El ganador fue Apolo, ya que las musas participaban como jueces, imponiendo al sátiro un castigo feroz: ser atado a un árbol y desollado vivo.

Según Ovidio, se convirtió finalmente en el río Marsias, que según otras versiones fue alimentados por las lágrimas derramadas por los otros sátiros ante su muerte.

 

Apolo y Marsias por Perugino                       Obra de Giovanni Stefano Danedi.

Por último, tal y como se había anticipado con anterioridad, otro de sus episodios sería relacionado con la serpiente Pitón, que devastaba la campiña de Tesalia, enturbiando los manantiales y los arroyos, robando los ganados y asustando a las ninfas. Otras versiones cuentan que la serpiente custodiaba el oráculo y que Apolo, al quererlo para sí, la terminaría matando. Siendo como fuere, el resultado es que acabó con ella con su arco y flechas y, a partir de entonces, también sería conocido como Apolo Pitio (y sus musas, pitonisas), pues llegaría incluso a fundar en su honor los juegos fúnebres llamados Juegos Píticos, celebrados en Delfos. 

Apolo matando a la serpiente Pitón, por Rubens.

Hasta aquí llegaríamos con el mito sobre el dios Apolo y, a continuación como tiendo a acostumbrar, os pondré una variedad de distintas representaciones del mismo, esperando, cómo no, que lo hayáis disfrutado.

¡Hasta otra!

Apolo Belvedere, Museos Vaticanos.

Apolo versión Disney, película de Hércules.

 

"Apolo y Dafne", por Antonio del Pollaiolo (der.)

Apolo y Marsisas, por Ribera (1637).

Grabado Apolo y serpiente Pitón.

 

 

Apolo y Dafne, obra escultórica de Bernini (Galería Borghese).