Retomamos sección en plena época de Semana Santa, ¡vacaciones y buen tiempo! Yo no sé por vuestras ciudades o pueblos, pero aquí en Málaga hace calor de verano... ¡y es un auténtico gustazo! Si este año no cae una sola gota en esta semana, será casi inaudito.
En fin, sin tantos delirios, hoy vengo con un Cosas que me gustan relacionado con esta época y, cómo no, tiene tanto su parte positiva como la negativa. Bien, dando comienzo a lo más bueno que se le puede sacar, empezaría diciendo que es una tradición de mi tierra y eso me gusta. Depende de cuales sean, las tradiciones están bien y esta es una de ellas. Es arte en las calles, la Imaginería barroca se pasea por Málaga a hombros de sus Hombres de Trono, con paso elegante y vaivén musical.
Mi forma de concebirla no está sujeta al sentimiento cofrade, pero sí a esa tradición local y al estímulo artístico. No lo puedo remediar: me encanta nuestro paso, nuestros tronos y recorridos.
Siempre me han gustado los nazarenos portando sus velas precediendo el primer trono, el Cristo, quien antecede el de su madre, la Virgen. Mirándolo con esa perspectiva, disfruto del estilo en que se celebra el paseo por las calles, así como de las esculturas como grandes obras de arte. Algunas, como "el Cautivo", parecen pasear por sí mismas.
Cuando me refiero a los Hombres de Trono, que es como los conocemos en Málaga (responden a Costaleros en otras localidades, siendo diferente su forma de portarlo), hablo en conjunto: están visibles a los espectadores y portan los varales sobre sus hombros, manteniendo paso firme y elegante. En ocasiones, como los encuentros entre cofradías durante el recorrido oficial, o entre el Cristo y la Virgen en un encierro, suben los tronos "a pulso", sostenidos sobre sus manos y elevados a las alturas a modo de respetuoso saludo. Todo ello siempre acompañado de las bandas musicales, que consigue poner los vellos de punta.
Me suelen gustar las vestimentas en general de los nazarenos o las mantillas, así como ciertos ropajes de las figuras o los mantos de las vírgenes. Al final de la entrada os enseñaré algunas de mis más favoritas.
En general, son las cuestiones que más me fascinan de esta costumbre y tradición religiosa que se ha extendido hasta nuestros días. Pero, como casi todo en esta vida, podemos encontrar sus puntos negativos y también vamos a tenerlos en cuenta.
- Cada vez me gustan menos las aglomeraciones. Las calles se abarrotan de gente, el tránsito se vuelve casi imposible y la falta de respeto de según qué sujeto, vuelve a uno bastante irascible en un momento dado. Pisotones, empujones, cabezas que te tapan la visión...
- Olores. No soporto el incienso, uno de los olores más típicos en esta época y que me provoca la mayor de las repulsiones.
- Imposibilidad para aparcar. Las calles más principales se cortan y el transporte en público es casi prioritario. Querer manejarte con el coche se vuelve casi un imposible y, encontrar aparcamiento, toda una odisea. Esto también lleva implícito las calles que cortan por los pasos y que fastidian bastante.
- Hipocresía cofrade. Me revienta el sentimentalismo falso que se genera en esta época, lo católico-apostólico-romano-practicante que, de repente, se vuelve mucha gente. Esa falsedad va implícita en un buen porcentaje de la población y es absolutamente patético. Por supuesto, también podemos hablar de cuestiones económicas, pero prefiero no entrar en ese tema.
Hola guapa!!
ResponderEliminarDe alguna u otra forma esta tradición ha estado en mi vida. Por ejemplo... mi madre es muy creyente, y le encanta ver los pasos aunque sea por televisión. Sobretodo los de su tierra, ella es de Sevilla ^^ Por lo tanto... aunque yo no comprendo este fervor y no comparto sentimiento, sí que lo respeto muchísimo ^^ Y, bueno, reconozco que hay pasos realmente impresionantes de ver.
Un besote preciosa!!
¡Hola!
ResponderEliminarA mí no me es que me disguste, sólo que odio que en mi casa impongan lo de no comer carne los viernes, asistir a la bendición de los ramos... A día de hoy, intento ir más por libre en vez de dejarme obligar a ello y me gusta asistir a las procesiones SI NO LAS HE VISTO NUNCA (que las de mi pueblo, en la costa de Cantabria, las tengo demasiado vistas y no son para tanto). Digamos que valoro de estos días a los que llevan los pasos, la calma y tranquilidad, el silencio... Pero, como dices, hay gente irrespetuosa que se lo carga o hay aglomeraciones gigantescas, lo cual le quita encanto.
He visto la de Zamora, que me pareció preciosa, y juraría que asistí a la de Salobreña (costa de Granada y que estás al lado, jaja) porque toda mi familia paterna es de allí, pero no la recuerdo bien.
¡Un abrazo! :)
A mí me gusta mucho las procesiones, con sus tronos, su puesta de escena y todo lo que conlleva. Estoy totalmente de acuerdo contigo respecto a tus puntos negativos, excepto, el incienso que a mí me encanta. Sí, que la conozco pero desde la televisión porque no creo que vaya, ni siquiera voy a la Madrid, porque no soporto, como tú, las aglomeraciones y el poco respecto que tiene la mayoría de la gente ya sean adultos o crios, en especial, cuando está pasando el trono y la gente no se puede quedar quieta y callada sino que tienen tan poco respecto que se pasean delante de la imagen e inclusive molestando a los costaleros y nazarenos, eso me pone enferma. Yo, soy creyente pero no practicante, asi que, eso de no comer me lo salto, jijiji.
ResponderEliminarBesos, guapa y feliz semana santa :D
Sólo una vez, hace años, he vivido estas fiestas con sus procesiones y tal, en Málaga también, de hecho, pero la verdad es que es algo que no me llama la atención, y que puede ser bonito, pero no disfruto realmente.
ResponderEliminarEspero que al menos tú sí estés disfrutando de todas esas cosas buenas que nombras :)
Un besito, guapa.
Yo la Semana Santa la veo como una hermosa procesión de obras de arte. No soy religiosa, y las pocas veces que he tenido la oportunidad de asistir a una (Valladolid se pone totalmente impracticables estos dias -.-"), he podido admirar preciosas tallas que se llevan con todo el respeto que merecen.
ResponderEliminarUn beso
Lena