¡Hola a todos!
He andado algo desaparecida estos días debido a los estudios. Ya voy comenzando con los exámenes, por lo que es necesario que me quite de vicios y me vaya dedicando casi en cuerpo y alma a ello... pero como el día tiene 24 horas y da para mucho, si uno se medio consigue organizar, no quiere decir que vaya a desaparecer del todo.
Venga ya, ¿acaso creéis que es tan fácil librarse de mí?
Bien, pues como no voy a permitir que os olvidéis de este rinconcito que sigue vivo primero porque me encanta y, segundo, porque lo vais alimentando vosotros constantemente, me he propuesto retomar la sección musical que inauguré en el blog hablando del
arte de los videoclips, con un descubrimiento que tuve hará unas semanas mientras escuchaba la radio:
Rozalén.
El motivo principal que me lleva a querer expresar un poquito lo que he sentido al escucharla es, sobre todo, que me ha parecido como un soplo de aire fresco dentro del ambiente musical. Sí, yo no sé vosotros, pero desde que conociera a Pablo Alborán, su voz que enamora y sus magníficas letras, allá por 2010 sino recuerdo mal, no me había vuelto a pasar que de escuchar "algo de alguien" por primera vez me gustara de verdad. Y tanto.
Es decir, estoy harta de ir escuchando la radio y sin entrar en que se repiten de forma odiosa canciones simples, aburridas, bonitas o pesadas, una y otra vez, las que vienen como novedad y te bombardean... si somos sinceros... muchas no gustan de primeras. Acabas cogiéndole el gusto por costumbre. Eso es lo que me pasa a mí y por eso me ha resultado tan sorprendente encontrar algo auténtico en ella.